Estrés: cómo afecta nuestra salud y cómo manejarlo

Depresion

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l concepto de estrés proviene del campo de la física y se refiere a la fuerza que se aplica a un objeto. En Psicología, el  estrés también es la fuerza que nos aplica una situación desafiante o muy demandante. En física se dice que si la presión de esa fuerza es muy fuerte la consecuencia es que el objeto puede deformarse o romperse y lo mismo pasa en los seres humanos.

En Psicología, llamamos estrés (o estrés agudo), a la reacción por la cual el organismo se coloca en estado de máxima alerta, generando una serie de modificaciones psicofísicas (tensión muscular, taquicardia, atención aumentada, aceleración del ritmo respiratorio, entre otras) para afrontar diferentes situaciones de demanda.

El estrés agudo es una defensa natural adaptativa del cuerpo y la mente, por eso todas las personas sienten estrés agudo en algún momento u otro de la vida. Se inicia ante demandas ambientales y personales ante las cuales la persona siente que debe dar una respuesta adecuada poniendo en marcha sus recursos de afrontamiento. Esto activa una serie de respuestas físicas, cognitivas y emocionales que nos ayudan a estar alerta, permitiéndonos afrontar el peligro o desempeñar una tarea difícil cómo realizar un examen o cumplir con algún plazo en el trabajo. También aparece cuando se hace algo nuevo o emocionante. Una vez aprendido este circuito, la respuesta de la persona suele ser la misma ante diferentes tipos de estresores (estresores son todas aquellas situaciones capaces de generar estrés).

El estrés prolongado en el tiempo afecta la calidad de vida

Por otro lado, lo que se llama estrés crónico implica una cantidad excesiva de estrés prolongado en el tiempo que puede tener consecuencias sobre la salud física y psicológica, afectando la calidad de vida de manera significativa. Un estrés que continúa por semanas o meses, haciendo que el cuerpo se mantenga alerta incluso cuando no hay peligro explícito, se convierte en un estado de estrés crónico, por ejemplo, frente a conflictos en el trabajo, con la familia o con el dinero. Muchas personas vivencian las situaciones ambiguas o inciertas (como hechos o conflictos futuros) como muy estresantes. Frente a ellas instrumentan, a modo de defensa, circuitos de preocupación crónica y excesiva tendientes al control (ilusorio e imposible) de la situación que ha provocado la preocupación y el estrés.

En ciertas oportunidades, las situaciones generadoras de estrés no son necesariamente cuestiones graves. La incertidumbre y el estrés puede aparecer frente a la espera de los resultados de un examen médico de rutina, a la posibilidad de reservar un hotel para las vacaciones o a la duda de si conseguiremos o no turno para lavar el coche. Además, para su mayor complicación, estas situaciones cotidianas tienden a no ser percibidas por las personas como estresantes y por eso no tendemos a percibirlas como un verdadero problema, pero la realidad es que las investigaciones demuestran que ello genera niveles altos de ansiedad, insomnio, migraña, bruxismo, presión alta, dolor muscular y estomacal, falta de energía o concentración, ataques de ira y debilitamiento del sistema inmunitario en general. Esto puede favorecer al desarrollo de enfermedades graves como problemas cardíacos, trastornos como la depresión o ataques de pánico, alteraciones en la conducta alimentaria e incluso inferir en el abuso de sustancias adictivas cuando el estrés no se atiende o es manejado de forma inadecuada. Es decir, si pasa un largo periodo en el que no se hacen los cambios necesarios en el estilo de vida para reducir el estrés, el riesgo para la salud física y psicológica es cada vez mayor.

Para contrarrestar el estrés primero identificar y modificar situaciones y patrones que lo causan

¿Cómo seguir con la vida, el trabajo, la familia y los diferentes roles cotidianos, y a la vez no estresarse de ese modo? Para contrarrestar el estrés es importante comenzar a identificar y modificar aquellas situaciones y patrones comportamentales que lo causan y lo sostienen, así como ir incorporando comportamientos saludables. Muchas veces, la vorágine de la sociedad actual nos hará creer que no se encuentran caminos alternativos posibles para vivir una vida que no nos arrastre a estados de estrés crónico, pero no es cierto, si uno busca con atención seguramente encuentre como hacer un alto en el camino donde poder descansar un poco. 

Obviamente nadie está diciendo que sea fácil, puede representar todo un reto y la terapia psicológica puede ayudarte a reducir el malestar, priorizando la calidad de vida y el autocuidado. Por ejemplo, aprender a organizar una agenda de actividades razonables es importante para quienes nos sentimos sobrepasados y estresados con la rutina. Cuando nos la pasamos corriendo de una tarea a otra y con frecuencia dejamos cosas sin terminar, el manejo del tiempo que en un principio es algo fácil de comprender, muchas veces se vuelve difícil de llevar a la práctica. El entrenamiento en el mejor manejo de nuestro tiempo nos permitirá aprender a crear cronogramas más saludables y a adherirnos a ellas de manera más flexible. El profesional en psicología  puede darte, además, la posibilidad de implementar recursos que te permitan afrontar y prevenir posibles efectos adversos del estrés sobre tu salud, ayudándote a tolerar la incertidumbre y a situarse de manera calma y racional frente a eventuales hechos futuros que escapan a la posibilidad de un control seguro sobre ellos.

BIBLIOGRAFÍA

Resnik, P y Cascardo, E. (2016). Ansiedad, estrés, pánico y fobias. Ediciones B Argentina S.A. 1.a edición: octubre, 2016

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