La ansiedad: cómo funciona y cuándo se convierte en un problema

La ansiedad cómo funciona y cuándo se convierte en un problema

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La ansiedad es una emoción y, como toda emoción, no se puede controlar. Es como intentar no tener ganas de ir al baño. En este caso la ansiedad es una emoción compleja que te permite adaptarte e interactuar con el medio. Su tarea es detectar novedades, desafíos o peligros y prepararnos mediante un conjunto de reacciones químicas y ajustes fisiológicos en todo nuestro cuerpo para hacerles frente. En este sentido, se relaciona con otra emoción más primaria, el miedo que es la respuesta automática frente a la percepción del peligro.

Sentir ansiedad de modo ocasional es una reacción saludable que nos prepara para la acción.

Por lo tanto, la ansiedad implica adaptación al ambiente, te permite anticipar escenarios, cotejar datos, percibir alternativas diversas, extraer conclusiones y planificar acciones al respecto. Sentir ansiedad de modo ocasional es una reacción saludable que nos prepara para la acción. Por ejemplo, si esta tarde tengo una entrevista de trabajo para la cual no me siento preparado es muy probable que empiece a sentir ansiedad. Me siento desbordado ya que subestimo los recursos de afrontamiento que tengo frente a una determinada situación. Se activará entonces mi estado de alerta y responderé de forma fisiológica, conductual, cognitiva y emocional con miedo, estrés o preocupación. Esto, lejos de ser problemático, puede que sea el motor que me permita ponerme las pilas y prepararme mejor para esa entrevista, aumentando mi confianza para enfrentarme a la situación. Entonces, la ansiedad como vemos, cumple una función clara y necesaria. Nuestro rendimiento frente a necesidades básicas o situaciones de gran exigencia no sería el mismo sin ese conjunto de manifestaciones físicas, cognitivas, emocionales y conductuales que se presentan en esos momentos a modo de auxilio y activa nuestro sistema de alarma preparándonos para hacer frente a la situación.

Ahora bien, la ansiedad se convierte en problemática cuando estas reacciones se activan en situaciones que habitualmente no son amenazantes o peligrosas en el momento. Por ejemplo, si la entrevista la tengo dentro de un mes, pero ya siento ansiedad todos los días a todas horas. La rumiación constante en torno a estas cuestiones (que se vuelven angustiantes) no es preocupación o ansiedad saludable, sino que se convierte en ansiedad patológica, un pensamiento ansioso, obsesivo y temeroso encerrado en su propia trampa.  En este estado de forma permanente se me activará el sistema autónomo simpático, se aumentará el oxígeno en sangre, la frecuencia cardiaca y respiratoria, comenzaré a tener conductas que no me ayudan a cumplir con mi objetivo, sentiré emociones negativas y la mayor parte del tiempo evaluaré la situación de forma catastrófica, lo que obviamente terminará interfiriendo en mi vida cotidiana y bienestar. Es como meterse en un pantano: cuanto más te mueves, más te hundes. Y la trampa de todo esto es que te hundes con la convicción de estar haciendo lo correcto para salir.

Cabe aclarar que cuando una persona reacciona de la manera que acabo de describir, en general no lo hace solo ante un evento, lo hace con muchos, lo que se convierte en un trastorno de ansiedad para la Psicología. La persona vive en un estado general de ansiedad que influye mucho en su calidad de vida, la relación consigo mismo, con los demás y con su cuerpo. Es vivir ganado por la ansiedad y abocado a una acción defensiva permanente, mediante la cual intentamos de manera diaria controlar lo incontrolable.

Si te encuentras atravesando un trastorno de ansiedad seguramente lo sientas en el cuerpo experimentando latidos cardíacos fuertes o rápidos, dolores y molestias inexplicables, mareos o falta de aire. Además, con frecuencia te encontrarás dándole vueltas a detalles e ideas negativas de modo excesivo, prediciendo un futuro más o menos catastrófico, lo que te generará constantes preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes que interferirán en tus actividades diarias, siendo difíciles de controlar y desproporcionados en comparación con el peligro real. Para aliviar estas experiencias seguramente evites ciertos lugares o situaciones, adaptando el comportamiento cotidiano para intentar aliviar los síntomas, ya que con frecuencia si no te sentirías demasiado inquieto o tenso.

Algunos de los trastornos de ansiedad más frecuentes y conocidos dentro del campo clínico de la psicología son:

  • Trastorno de ansiedad generalizada: preocupación excesiva ante problemas comunes como la salud, el dinero, el trabajo y la familia.
  • Trastorno de pánico: ataques repentinos y repetidos de miedo intenso sin peligro aparente, durando varios minutos o más.
  • Fobias: miedo intenso a algo que representa poco o ningún peligro real.

En todos los casos se requiere de tratamiento psicológico específico. La terapia puede ayudarte a cambiar cómo reaccionar ante las cosas que te causan ansiedad, aprendiendo a gestionar y confrontar tus miedos permitiéndote volver a hacer las cosas que has estado evitando.

BIBLIOGRAFÍA

Resnik, P y Cascardo, E. (2016). Ansiedad, estrés, pánico y fobias. Ediciones B Argentina S.A. 1.a edición: octubre, 2016

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